Loader

Finalista

Verbena sicalíptica

Un 23 de junio salí por el centro de la ciudad a comprar los últimos detalles que faltaban comprar, estábamos celebrando todos en familia. Mi familia es numerosa, muchos primos, tíos, parientes lejanos, amigos. Todos llegan a la casa de mi abuela para la noche de San Juan. Tengo 23 años, y soy realmente guapo. No quiero sonar engreído, pero soy realmente guapo, como todos los hombres de mi familia.
Mido 1.84, soy blanco, tengo un buen rostro, viril, con cierto parecido a Collin Farrel por mi quijada y cejas pobladas, ojos muy negros, aunque soy delgado tengo muy buen cuerpo definido por los ejercicios, soy lampiño, tengo abdominales de acero, buenos brazos, pectorales y piernas, y un culito sabroso, buenas nalgas, respingonas, de tamaño ideal y sin un vello, tipo actorcito-porno-de-19-años. Tengo cabello lacio, y un estilo medio punk. Mi rabo es de buena proporción, 19 cms, no circunciso, buena cabeza y buen grosor.
Pero es precisamente mi culo lo que siempre ha llamado la atención de todo el mundo, en la playa suele ser una sensación y siempre es motivo de burlas y sadismos por parte de mis colegas.
Aquel día tenia pereza de vestirme, así que sólo andaba con un pantalón blanco que dejaba entrever mis gayumbos blancos y una camisa de tirantes, ropa que lucía muy bien en mi cuerpo, y especialmente, en mi culo.
Sobre las cuatro de la tarde dando, a punto de llegar a casa de mi abuela, observo que uno de mis tíos entra en un local de nombre Boyberry, siempre me causó mucha curiosidad ese sitio que está tan cerca de casa de mi abuela, pensé que seguramente mi tío querría comprar algún regalo para gastarle alguna broma a alguien, pero cuando voy a entrar para seguirlo veo a otro de mis tíos entrar al mismo local, decido entrar sigilosamente para que no me vean. Tengo 5 tíos y 3 primos, todos con mejor cuerpo que yo, pero todos muy masculinos.
Comencé a recorrer el sitio con mucha cautela, en la barra no vi a nadie conocido, me bebí una caña y me adentré en el lugar, veía a algunos hombres como me observaban, se me notaba por alguna razón que era mi primera vez en un sitio como ese, y aunque la sensación era extraña, incluso incomoda, no sé por qué a cada paso me excitaba más, sin embargo no me atrevía a tocar a nadie, de pronto al no entrar en contacto con nadie empecé a sentir sueño, me tumbé en una cabina en el cual hacía bastante calor, y como supuse que todos me observarían, decidí quitarme la ropa, entrando en un letargo sólo con ropa interior.
Serían las seis y media de la tarde cuando una nalgada me despierta, mi tío Reinaldo que estaba bastante borracho al verme durmiendo boca abajo aprovechó de jugarme esa broma pesada. “Despiértate culito’e puta” me dijo riendo, a lo que yo reclamé que me dolía (en realidad fue fuerte el cachete), que me había asustado y que me dejara dormir tranquilo. Me acomodé y le di la espalda para seguir durmiendo, por un momento había perdido la noción del tiempo y del espacio, cuando sentí que mi tío empezó a meterme mano en las nalgas y antes que pudiera girarme nuevamente, se abalanzó sobre mí, me inmovilizó y recostándome su polla dura en mis nalgas y tapándome la boca me dijo que yo era su puta. Pude sentir su aliento caliente a alcohol mientras intentaba zafarme.
Mi tío Reinaldo apenas me lleva diez años, él tiene 31, y es un impresionante hombre de 1.86, muy guapo, con un cuerpo muy trabajado, unos brazacos de macho y grandes pectorales, sin vello al igual que yo, bronceado por el sol y con unos increíbles ojos grises. Es en todo sentido más grande. Empezó a quitarse los pantalones como podía, y yo mientras tanto trataba de reaccionar a lo que sucedía, mi tío pretendía violarme. Yo le decía que me soltara y él me respondía que sabía que me gustaba que me rompieran el culo, que sabía que lo estaba siguiendo hasta allí y que alguna día me encontraría en el Boyberry.
Yo nunca había estado con un hombre antes, hasta ese momento disfrutaba de mi buena suerte con cualquier mujer que me diera la gana, no tengo ademanes ni soy afeminado, así que no podía creer lo que escuchaba.
De repente sentí su polla erecta y caliente contra mi pierna. Apenas pude ver hacia abajo y descubrir un impresionante miembro de al menos 23cms, grueso y venoso, con el vello perfectamente rebajado, circunciso, con una cabezota rosada babeando. Ahora entendía por qué mis demás tíos le decían el “mástil”. Entré en pánico, no podía moverme, y mi tío aprovecho de desnudarme por completo, me abrió las piernas y se montó encima de mí, como un misionero, empezó a moverse y podía sentir su cabeza en mi ombligo o más arriba, me besaba el cuello, me tiraba del pelo, me mordía las tetillas, me abría más y más las piernas. Me ordenaba que gimiera como una puta, me decía que yo era su nena, su hembra y que lo iba a complacer por todos lados. La situación empezó a excitarme y no supe cuándo. El roce de los penes, mi tío sudando encima de mí, el calor, que me dominara… Sin darme cuenta tenía una gran erección y mi tío se sonrió y me dijo: “sabía que te gustaba, putita”, yo aún trataba de mostrar resistencia y empecé a batallar, y fue cuando mi tío me metió un bofetón. Quedé en el aire por algunos segundos, hasta que sentí su lengua casi en mi garganta. Me había dado una hostia y ahora me besaba apasionadamente. Entonces ocurrió algo que no me esperaba…
Alguien se aclaraba la garganta haciéndonos notar que estaba presente. Era mi tío Ignacio, de 36 años. Ignacio es un poco más bajo que nosotros, si acaso llegará al 1,80 de estatura, pero de igual forma es fornido, con algo de vello en el pecho, el abdomen y las piernas, y también, como todos es muy guapo. Todos dicen que me parezco bastante a él de rostro, en las expresiones y hasta en la voz.
Estaba sonriendo maliciosamente cuando dijo: “Continúen”, y empezó a acariciarse su entrepierna. Ahora sí que no lo podía creer, mis dos tíos pretendían usarme como su perrita. Apenas si pude darme cuenta cuando de un tirón de pelo mi tío Reinaldo me sentó en la cama y se puso de pie frente a mí, dejando su monstruosa herramienta en mi cara y acercándola a mi boca. Mi otro tío desde la puerta dijo, “trágate todo ese pollón”, y como no reaccioné, volví a sentir un nuevo bofetón en mi rostro.
Como pude abrí la boca, tratando de si quiera poder darle entrada a ese enorme pollón, cuando mi tío halándome del cabello empezó a follarme la boca con fuerza, me la metía hasta el fondo, no me dejaba respirar, no le importaban mis arcadas, me violaba la boca como un animal. Me la sacaba y la volvía a meter con fuerza, me escupía la cara y me pedía que siguiera gimiendo como una mujercita, me decía que él me compraría todas las bragas que yo quisiera.
Mi tío Ignacio se acercó y me acomodó de manera que yo quedé a cuatro patas, se colocó detrás de mí y se inclinó para decirme al oído que le gustaba mi culito, que siempre había soñado con hacerme suyo, pero que yo era un macho, y que me iba a follar, pero yo tenía que aguantar como macho y gemir como macho y empezó a hacerme un beso negro.
Era primera vez que tenía una lengua en mi culo, y la sensación me hacía estremecerme, aunque seguía absurdamente confundido con la situación.
Estaba siendo violado en un local que está a la vuelta de la esquina de casa de mi abuela por mis dos tíos, uno me quería como una mujercita putita y el otro como un joven bien machito, y yo me excitaba con la situación, pero no quería que pasara. Qué locura.
Mi tío me hacía estremecer con su lengua, y me encontré de pronto gimiendo de verdad mientras chupaba como podía a mi otro tío, el cual me dijo que continuara con mi otro tío mientras lo pajeaba. Así Ignacio se colocó en frente de mí y pude constatar que de verdad nos parecíamos bastante, hasta el rabo lo teníamos muy parecido, sólo que él tenía dos grandes huevos que colgaban a su antojo y que me rebotaban en el mentón cuando empecé a chupar como puta que espera su leche. Este tío, por alguna razón, me excitaba más que el otro, así que no dudé en tragarme por entero su nabo hasta sentir en mi nariz sus pelos sabrosos de macho.
Empezaron a meterme sus rabos los dos a la vez en la boca, a abofetearme con ellos, a tirarme del cabello, a pedirme que los mirara… Yo estaba MUY excitado con la situación, con el calor de la habitación, la gente en la calle celebrando, otros hombres follando a nuestro alrededor y mi familia al doblar la esquina bailando.
En medio de su borrachera, Reinaldo sabía que costaría demasiado si él trataba de follarme primero, yo era virgen, estrecho y él era demasiado grueso. Ignacio tomó la delantera y empezó a lamerme el culo otra vez y a meter sus dedos. El dolor fue inmediato, quería parar, me di cuenta de nuevo de lo que estaba sucediendo, traté de forcejear de nuevo y Reinaldo me haló el cabello tan duro que sentí que me quedaba sin cuello, mientras Ignacio me decía que así era como le gustaba, que peleara como un hombre por su culo.
Ignacio me volteó, me abrió las piernas y empezó a clavarme su palo sin contemplaciones, mientras Reinaldo se arrodilló encima de mis muñecas, inmovilizándome y dejándome sus huevos en la cara para que los lamiera. Ignacio como pudo y de un solo golpe hundió su cabezota en mí, y el dolor fue tan insoportable que pensé que me iba a quedar paralítico. Me retorcí tanto como pude mientras lo escuchaba decir que así le gustaba y le excitaba, que me resistiera como un machito joven, mientras Reinaldo abofeteaba mi cara con su rabo macizo. Pasados quizás dos minutos (al menos esperó un poco) sentí como empezó a empujar de nuevo con fuerza hasta que me la metió por completo y sentí en mi coxis sus grandes huevos rebotando. Yo trataba de distraerme succionando lo más que pudiera la cabezota de Reinaldo, pero el dolor era insoportable. Empecé a sentir como Ignacio entraba y salía de mí, y le decía a Reinaldo que estaba apretadito y que de verdad yo era virgen. Bombeó tanto como pudo y luego me la sacó de golpe, se acomodó en mi cara y me ordenó que abriera la boca, introdujo su cabeza y me llenó de leche caliente y amarga. Reinaldo reía a carcajadas y de repente se inclinó para besarme y probar la leche de su hermano. Luego me escupió la cara y me dijo: “prepárate, porque ahora sí vas a gozar”.
Temía por lo que me venía, su verga de verdad era demasiado grande, pero sobretodo, la veía gruesa, a duras penas me podía abrir la boca para chuparla, ¿cómo me la iba a meter por el culo?
Ignacio se sentó en una butaca a fumar un cigarro y a ver lo que iba a suceder, al parecer le atraía ser voyeur, mientras Reinaldo me volteó y me acostó boca abajo y se acostó sobre mí. Sentía su cuerpo sudado rozando el mío, sus grandes pectorales en mi espalda, su gran pollón en mis nalgas y su vello rebajado perfectamente rozándome. Besaba mi cuello, mis hombros y al oído me dijo: “Así es como me voy a gozar mejor este culito rico que tienes sobrino, quiero tus nalgas rebotando en mi pelvis”. Con sus piernas abrió las mías, me agarró por las caderas y me alzó un poco, metió sus manos por debajo de mí y agarró con fuerza mis huevos, me dijo una vez más que gimiera como puta y empezó a meterme ese rabaco sin contemplaciones… Yo asustado empecé a resistirme y a retorcerme, pero la verdad no me dolió tanto, creo que mi tío Ignacio ya me había dejado bien abierto. En ese momento me dio la impresión de que mis tíos siempre hacían esto, que era alguna especie de ritual o algo por el estilo. Yo no era el primero.
Reinaldo empezó a follarme fuertemente, como un animal, sudaba encima de mí, gruñía, me mordía, me lamía el cuello, me besaba, me nalgueaba y yo gemía como una perrita, me tenía ensartado como una puta y yo me comportaba como tal.
Me puso en cuatro patas y me tiraba del cabello, hasta que creo se cansó, porque sin sacármelo nunca del culo nos volteó de manera que yo quedé sobre él, pero sin mirarle a la cara, viendo a mi otro tío quien desde la butaca sólo me dijo: “cabálgalo”. Yo por instinto empecé a moverme, y me encontré casi bailando reguetón con el pene de mi tío encajado hasta fondo. Él sólo repetía un: “qué bien te mueves chaval, eres toda una perrita profesional”, lo que hacía que yo me moviera más rápido y con más fuerza, quería demostrarle a mi tío que le sacaría la leche y así fue, de repente él se empezó a retorcer, vi como los dedos de sus pies se contorsionaban, y sentí algo caliente en mi interior, su leche…
Ignacio se levantó de la butaca y vino hacia mí. Lentamente se acercó y me besó. De alguna manera sentí que me cargó, me levantó de encima de Reinaldo y me acostó en la cama y se acostó el sobre mí y empezamos a besarnos largo rato. Él estaba excitado de nuevo, y yo estaba a punto de reventar.
Me volvió a meter su pinga en la boca y yo estaba encantado de chupársela con más calma ahora, cuando de pronto siento que Reinaldo empezó a chuparme la mía. No podía creerlo, después de tratarme como una perra ahora era él quien me hacía sexo oral. En menos de dos minutos me corrí, solté varios grandes chorros de leche mientras tenía los huevazos de mi tío Ignacio en la boca. Reinaldo me volteó de nuevo y me empezó a follar otra vez, pero esta vez de lado, abrazándome fuerte, y con la rudeza que lo caracterizaba.
De nuevo estaba yo como un efebo en el medio de mis dos tíos, dos hombres machotes, viriles, súper guapos, siendo poseído como una putica. Ignacio dijo que quería correrse en mi cara, pero que antes haría una llamada telefónica y buscó su móvil. Yo me extrañé, pero no presté mucha atención ya que mi tío Reinaldo estaba poniéndose algo agresivo de nuevo, me golpeaba más fuerte, me mordía con más presión y me reventaba el culo.
Escuché a Ignacio decir: “ven”, y me aterroricé, empecé a preguntar a quién había llamado y ellos empezaron a reír y me dijeron que me callara la boca, que las perras no hablaban, y me hizo chupársela de nuevo. Volví a sentir terror sin saber quién se suponía que iba a venir, me volví a sentir violado.
De pronto entró Alejandro, un viejo amigo de mis tíos, de 34 años, alto y delgado, pero con un cuerpo definido. Alejandro era como el tonto del barrio, el amigo del que los demás se burlaban. Apenas entró vi el paquete que se hacía en su entrepierna, él ya sabía lo que iba a encontrar en la cabina y ya venía excitado. Reinaldo dejó de follarme y le mostró mi culo. “Mira este culazo de nena, ¿cuándo cojones te has follado tú un culote así, ah?” le preguntó, y todos rieron. Alejandro empezó a desvestirse con rapidez y torpeza, y yo no podía creer que todos pretendían que me follara él también. Se quieto la ropa interior y de una maraña de pelos negros salía una polla como de 18 cms, grueso normal y doblada hacia la izquierda, sin circuncidar. Nada mal la verdad, a no ser por el pelero asqueroso. Creo que se le veía enorme, pero por lo delgado que es él. Mi tío Ignacio seguía follándome la boca y llamó a Alejandro, quien vino sabiendo qué hacer, cogió la polla de mi tío y empezó a pajearlo mientras yo le chupaba la cabeza, mi tío se agitó y se corrió en toda mi cara mientras me hacía gemir como un machito. Alejandro de pronto se volvió loco y empezó a lamerme toda la cara, limpiando todo el rastro de la leche de mi tío. Enseguida mi otro tío me la sacó del culo y se corrió en mi pierna y en la cadera. Alejandro seguía lamiéndome la cara, lo cual me produjo un asco inigualable. Intenté quitarlo de encima y mis tíos me lo impidieron, cogiéndome cada uno por un brazo, lo cual me dejó a mí boca arriba y a Alejandro listo para follarme, así que empezó a abrirme las piernas mientras (al menos) se ponía un condón.
Entendí en ese momento que les gustaba que me resistiera, así que lo hice. Empecé a forcejear y a gritar que no, a lo cual Reinaldo me puso el culo en la cara y me calló la boca, mientras Alejandro reía de una manera anormal, como un retrasado, creo que de verdad nunca había sido capaz de conseguir follarse un culito como el mío. Sentí cuando entró y me la metió de golpe, pero no me dolió, pues ya estaba súper abierto. De hecho me gustó desde el principio, era cómodo.
Empecé a moverme y a gemir como perrita, por lo cual Reinaldo se quitó de encima de mí, y Alejandro disfrutó por alrededor de 10 minutos de mis piernas abiertas. En realidad me gustaba cómo me lo hacía y me volví a excitar, así que empecé a masturbarme. Al ver esto, él no se pudo contener, me sacó su polla, se quitó el condón y se corrió en mi abdomen y en mi pecho. Reinaldo se vino otra vez sobre mí y se corrió en mi cara.
Ignacio echó a Alejandro, y este como pudo se vistió y salió. Reinaldo en seguida se quedó dormido al lado mío. Y allí estaba yo, lleno de leche por todos lados, con el culo latiéndome, sintiéndome como la más perra del universo. Y entonces, sucedió lo inesperado. Ignacio empezó a limpiarme por todos lados. Yo no podía moverme, él lo hizo todo solo, y cuando terminó se sentó en la butaca nuevamente a observarme. Cuando volteé a verle, él estaba de nuevo excitado, pude ver como fumaba su cigarrillo con una mano y con la otra medio se masturbaba. Me dijo “ahora sí lo haremos bien tú y yo. Acércate”. Yo no tenía fuerza en las piernas y como pude llegué hasta la butaca y me senté en su polla dura. Volvió a dolerme el culo, pero esta situación me excitaba más que nunca.
Mi tío Ignacio, un hombre de gran belleza y grandes talentos, se dispuso a violarme haciéndome el amor. Me moví tanto como pude, mejor que con mi tío Reinaldo, sintiendo los vellos de su pecho, sus pectorales, cogiendo sus brazos, acariciándole el cabello y de pronto él se corrió dentro de mí con suavidad, me besó con lentitud, sacó su polla de mi culo, me recostó en la butaca, recogió su ropa y me deseó una feliz verbena.

Volver al concurso 2019