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Una tarde loca de verano

Era una tarde de verano, cuando me dirigía al consultorio médico donde me evalúan la medicación del Prep y bajando por la escalera me encontré a ese vecino papi que tanto me pone. -Buenas tardes- me dijo mientras a mí se me ponía la polla morcillona. Imaginaba en mi cabeza las cosas que yo podía hacer con su polla. Siempre había fantaseado con él y el enorme rabo que marcaba, con un glande que se dibujaba perfectamente, dejaba ver que era circunciso. No era un daddy normal. Era cuarentón, chandalero, desprendía morbosidad, a pesar de que se cuidaba yendo al gimnasio tenía esa barriguita fofisana que taaanto me pone en los tíos de su edad y es que a pesar que los tíos de 40 y pico casi me doblen la edad siempre me han atraído mucho. Esa seguridad, la actitud de macho alpha y experiencia para ponerte a 4 patas y taladrarte bien el ojete como nadie lo hace.

Esa tarde iba con un pantalón deportivo corto y me fije que la polla, al bajar la escalera se le movía libre, haciendo su paquete rebotar con cada escalón que bajaba como un péndulo. No llevaba gayumbos pensé y eso ya me dejó toda la tarde mentalmente tocado más ardiendo que un brasero.

Ya en la calle, me llamaron del consultorio médico para informarme que el doctor no me podía atender. Una lástima, con lo joven y guapo que es y esos ojazos azules que tan contento me ponía al verle. Dada la situación, el calentón y que me encontraba cerca de la zona de cruising, decidí darme un paseo a ver si alguien conseguía saciar el fuego interior que había dejado el cabronazo de mi vecino. Cada vez que pensaba en él se me pone la polla como el cuello de un ganso, así que con el rabo prácticamente babeando, me puse a pasear entre los arbustos y no sé si porque era pronto o verano que sólo habían los 4 pajilleros de siempre que aparte de mirar, poco más íbamos a hacer, cuando de golpe sonó mi móvil, tenía varios mensajes de una app de contactos. Uno de ellos vivía cerca de la zona de cruising y me invitó ir a su casa, y cedí.

Ya en su casa, muerto de vergüenza porque estaba su pareja durmiendo la siesta en el sofá del comedor, y sin haber ni oído el tono de su voz me metió la polla dentro de mi culo, bombeándome en la entrada de su casa. No estuvo mal, 10 minutos sin más.

Al salir de su casa me encontré otro mensaje en donde me invitaban a ir a un chill y aunque estando en prep, me gusta usar protección. Esa tarde iba súper cerdo, pero como a mí nunca me han gustado las drogas más que el popper, no fui.

Subiendo por la calle me encontré por casualidad en la puerta de Boyberry y pensé –Aquí dentro nunca falla-. Y es que en este local siempre hay gente y no pierdes el tiempo como en las apps de ligoteo o en los cruisings hoy en día. No, en Boyberry siempre pillas fijo y dentro no pasas ni frío ni calor y tampoco tienes los peligros que puedes tener en otros sitios.

-Es la fiesta gayumbos- amablemente me dijo el recepcionista. Dejé mis cosas y mi ropa en la taquilla de seguridad y entré.

Sólo entré con intención de curiosear, pero no sé que tiene Boyberry que al entrar me volví a poner cachondo. Quizás fue olor a incienso o la alta concentración de feromonas que se desprendía de todo el sexo que se practica ahí dentro que, yo en gayumbos, mi rabo empezó otra vez a crecer como un tanque apuntando a un campanario, y ¡Dios! pensé, soy demasiado puta. Noté que en mi gayumbo empezaba a formarse una mancha húmeda, pasé mis dedos y me los llevé a la boca, hambrientos de lefa.

En la segunda puti vuelta encontré una cabina libre y me metí. 2 gloryholes para mi pensé. Yo, de rodillas, con el rabo duro que se me salía por encima de la goma elástica de mis gayumbos me empezaron a follar la faringe, y mientras me comía esa polla sin pena ni gloria por el otro gloryhole asomó una más grande y pensé en que también quería su leche. La empecé a mamar. Era grande, de esas que a los 5 minutos de chuparla tienes agujetas en la mandíbula y deseas ser una serpiente para desencajártela. Como nunca me había follado una polla así pensé que esa era mi oportunidad. Tenía mi culo ya abierto y lubricado del primer tío de la tarde, así que me puse de pié a su disposición a través del gloryhole entregando mi culito lampiño para él. Automáticamente se puso en condón mientras yo me trabajaba el culo con mis dedos como señal de bienvenida, y suave y lentamente me la empezó a meter. Era gorda y a pesar de que antes me habían dejado el culo hecho un bostezo, notaba a la perfección cada centímetro que iba entrando dentro, primero la forma del glande para luego seguir notando el tronco y finalmente notar la base y sus pelotas contra mis nalgas. En ese momento se detuvo un instante, supongo que para sentirla bien un rato dentro de mí, aproveché para apretar el culo bien fuerte alrededor de su polla y sentirla aún más dura. Fueron sólo unos segundos escasos, y cuando mi rabo empezaba a babear el tío empezó a follarme fuerte, sonaba como cuando corres con chanclas. –Este va a desmontar el chiringuito- pensé, pero tras un rato dándome duro por detrás gimió en voz alta –me voy a correr-. Automáticamente me desenganché y me puse de rodillas y sentí un enorme lefazo caliente untándome la cara, dejándomela tan llena que notaba como la lefa se iba deslizando recorriendo mis mejillas y labios para abajo, e iban goteando de mi cara al suelo. Me puse de pie y de lo caliente que iba me la volví a meter en el culo para notar como me daba las ultimas gotas. Cuando miré el suelo, todo lleno de lefa -Pobres chicos del Boyberry- pensé, que luego van a tener que limpiar todo este despropósito. Intenté dejarlo todo lo más limpio posible utilizando el papel del dispensador. Ante todo, civismo pensando en los pobres chicos trabajadores del local.

Llegando a casa, en el portal me volví a encontrar a mi vecino. No puede ser, ¿en serio? Me fijé que seguía sin gayumbos, con el rabo moviéndose como un péndulo y, aunque me acaban de follar hacía escasos minutos, volví a mirarle el paquete con ganas de poder comerme otro rabo, el suyo. Le miré, me miró y empezó a sonreír y eso me hizo enrojecer. Me dijo tienes en la cara algo, parece azúcar seco de donut, y volvió a sonreír mientras con su mano trataba de quitar de mi cara lo que él pensaba que era azúcar y yo sabía perfectamente que no lo era. Al acercarse, su rabo curiosamente casi sin querer tocó mi mano y perdidos al río yo abrí la mano y acariciando suavemente su paquete, le miré directamente a los ojos. Mi fantasía con este daddy venía de años atrás y no tenía que perder la ocasión de que todo quede en un incómodo malentendido o me viole en el rellano de la escalera contra el buzón. Mi mirada dejó claro que quería que me follase allí mismo sin contemplaciones.

Su rabo se puso más duro que la clavícula de un transformer y venosa como un mapa de ríos y yo me emocioné cuando sin darme cuenta su lengua había traspasado los límites insospechados de mi boca y del acto reflejo, agarré su rabo fuerte.

Me metió en su casa y besándonos con frenesí y mi culito empezó a hacer palmitas y sin pensárselo dos veces, escupí en su polla que ya estaba húmeda de excitación, me la clavé a, pelo y empecé a mover mi culo. En medio de tanto gemido del éxtasis sexual mi vecino paró. –No me conoces!-, exclamó. Tienes que usar protección. En esos momentos me puse rojo como un tomate. Le traté de explicar que estoy en prep pero que tiene razón. En ese instante él me confesó que era VIH+ Indetectable y que mejor lo teníamos que dejar a lo que yo muy seguro de mi le dije que con firmeza que no, que eso no era un motivo coherente para dejarlo. Yo no soy serofóbico. Una persona positiva tratada e indetectable no transmite VIH y que confiaba más en VIH+ en tratamiento que en la gente que no conoce si realmente lo tiene o no, y van diciendo que son negativos… Esos son los que realmente tienen peligro y me dan miedo, esos son los que acaban transmitiendo porque no se someten ni a controles rutinarios. De golpe el daddy me abrazó muy fuerte y con los ojos brillantes me susurro que me quedara a dormir.

De esa tarde de verano en la que todo empezó, ya han pasado 4 años y dentro de una semana Jordi y yo nos vamos a casar.

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