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Una tarde inesperada

El martes, después del trabajo, fui a Boyberry, tocaba fiesta “Apagón”, me gusta esa fiesta, me da mucho morbo ver a los hombres con poca luz

Entré y dejé mis cosas en la taquilla. Había bastante jovencito, yo tengo 38 años y nunca he descartado por edad. Mucha mirada y algún acercamiento. Algunos en plan te voy a comer y otras miradas de a mí ni te me acerques. En la fiesta apagón de los martes no hay pantallas encendidas y se nota, pero no es una oscuridad total, tampoco me gustaría. Es la luz justa para intuir cuerpos y bultos. Entre las luces de las pulseras y las de salida de emergencia intuí el cuerpazo de un Daddy, me acerqué, le saludé. Él pregunto por mi nombre, yo en cambio le acaricié la barba, en esos momentos nunca sé si dar conversación o ir a saco, en esta ocasión me apetecía lo segundo y empecé a tocarle el bulto y sí, ese bulto tenía posibilidades de satisfacer mi ansia de sexo. Me acerqué a su boca y descubrí su cara. Me resultaba familiar pero no conseguía recordar de que lo conocía. No quise romper el momento con la pregunta y me quedé con la duda. Un jovencito se acercó desabrochando su camisa. Se unió a las caricias, estuvimos un rato tocándonos, los tres a partes iguales, el chico más joven se apartó y se unió a otro chico que estaba mirando. Me pone a mil que haya hombres observándome mientras practico sexo. En la penumbra veía como pasaba gente, unos se paraban y masturbaban y otros pasaban de largo.
Cogió mi mano y me llevó a una cabina. Estaban todas ocupadas y seguimos fuera calentándonos. En el momento en que quedó una libre entramos. No tardó en desabrochar mis pantalones, puso sus manos en mis nalgas y con ellas me apretó hacia su cuerpo. Ya sin camiseta, notaba su sudor en mi pecho. Yo chupaba su cuello, metía el lóbulo de su oreja en mi boca y jugaba con morder suavemente. Le acariciaba la nuca y cada vez mas notaba como la polla intentaba abrirse paso entre su ropa y rozaba mi paquete. Me agaché y la liberé. Le bajé los pantalones y vi su rabo, era grueso, las venas se le marcaban mucho y eso a mi me pone muchísimo. Empecé por sus huevos, a lamerlos y olerlos. Me metí el capullo en la boca, poco a poco hasta comérmela entera. Entonces vi cómo se asomaba al glory hole una polla buscando suerte. El me levantó, me cogió del cuello y me guió para que le chupara la polla al afortunado. Yo inclinado y con el culo a la altura del mayor que separó mis nalgas con las dos manos y empezó a comerme el culo.

En ese momento recordé de que conocía a ese hombre. Mi primera experiencia homosexual con 19 años, trabajando como técnico.

Acaba de dejar a mi novia, mi primer amor. Al dejarla tuve claro que probaría con un hombre, pero nunca pensé que sería de esa forma.
Como cada mañana me programé el día organizando las visitas por recorrido. La primera fue una cementera. Cuando llegué a la cancela, estaba abierta y vi la caseta de obra que me habían indicado y que controlaba las entradas y salidas de los camiones. Aparqué al lado y saqué mi maleta de herramientas. Pablo era musculoso, tenía unos 30 años. Recuerdo su ropa de trabajo, no estaba sucia y le quedaba ceñida. Enfrente de mí, atendía por ventanilla a los camioneros que le entregaban sus albaranes. Cuando acabé, no habían pasado ni 15 minutos, le dije que ya estaba y vino a mi lado para que le enseñara la pieza cambiada. Al enseñarle donde estaba la pieza, yo de espaldas, se dejó caer sobre mí y noté su bulto en mi culo. Noté como mi corazón bombeaba fuerte, notaba el latido hasta mi cabeza y empecé a excitarme. Al darme la vuelta se apartó e intenté que el respaldo de una silla tapara mi erección. Pero él la buscó. Apoyó su mano en el respaldo y con el dedo índice empezó a acariciar mi bulto disimuladamente. Yo solo pronuncié un uffff entre suspiros y se acercó a la ventanilla para ver que no viniera ningún camión. En ese momento fui hacia él y empecé a agarrar su culo. Él me paró en seco. Y yo me asusté. No sabía lo que tenía que hacer. Puso un cartel en la ventanilla y me llevó al despacho de al lado. Se bajó los pantalones y su vega gruesa rebotó en su abdomen. Yo me incliné y empecé a chupar. Joder, que bien sabía su polla. Entonces él alargó el brazo y empezó a tocarme el agujero. Se escupió en la mano y empezó a frotarme. Creía que me correría al momento. Yo me incorporé y le abracé. Tenía una espalda ancha y fuerte. Era un auténtico macho. Jamás pensé que me diera tanto morbo. Y me di cuenta de lo que no había sentido antes. Mi mano recorrió su espalda hasta encontrar su culo. Pensé que, si él lo había hecho, le gustaría que yo le metiera mis dedos, pero paró en seco y me dijo que no. No quise preguntar por qué. Me dejé hacer. Empezó a rozar con su polla mi agujero y le pedí que se pusiera el preservativo. Se lo puso y me dijo que no tenía lubricante. Yo pensé que con saliva bastaría. Pero no. Cuando empezó a hacer fuerza con su capullo sobre mi agujero sentí un dolor tremendo. Él paró y me dijo que no era buena idea allí. Entonces se agachó y empezó a comerme la polla. Lo aparté porque me corría vivo. Cayó toda la leche en el suelo. Empezó a masturbarse y a besarme y eyaculó. Cuando me di cuenta su leche había caído sobre mis calzoncillos y los pantalones. Nos despedimos apresurados porque le reclamaba un camionero. Yo me sentía mojado por su leche. No la limpié, la tuve dentro de mis calzoncillos todo el día. Y confieso que no los lavé, durante mucho tiempo estuve matándome a pajas con esos calzoncillos y oliendo a ese macho.

Quien me iba a decir que casi 20 años mas tarde me volvería a encontrar con él. Mientras chupaba la polla al añadido, Pablo me trabajaba el culo como nadie lo había hecho. Metía su lengua como si buscase oro dentro de mi culo. Me escupía dentro e introducía un dedo, luego dos, y así fue dilatando mi agujero. Se puso el condón y empezó a penetrarme con su polla gruesa. Justo en ese momento se corrió el chico del glory por mi cara. Tenía la cara llena de leche y una polla enorme dentro de mi culo me estaba follando. Ni en mis mejores sueños tuve una experiencia así. Me folló el culo un buen rato hasta que noté las contracciones del rabo de Pablo dentro de mí, sus gemidos eran bestiales y acabó apretando fuerte contra mi culo. Luego su boca buscó mi polla y chupaba. No dejaba de chupar, me tocaba los pezones, ese hombre sabía lo que hacía y lo hacía muy bien, nunca nadie me la había mamado así. No logré aguantar más, le avisé pensando que se apartaría, pero no. La corrida fue dentro de su boca mientras a mi me temblaban las piernas el saboreaba mi semen. Se levantó y me comió la boca con toda mi leche dentro y nuestras lenguas entrelazadas.

Sólo pude preguntar mientras nos vestíamos si solía venir a Boyberry. Asintió.

Siendo asiduo del local sé que a partir de ahora no faltaré un día esperando que el mismo que me descubrió el sexo con otro hombre vuelva a hacerme disfrutar como un loco.

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