Soy Jose, me considero un tío extrovertido. Con 31 años, me cuido, soy alto, moreno, pelo corto con barba, aspecto masculino y un poco de vello por el cuerpo. Y, por qué no decirlo, muy morboso. Desde que descubrí lo que era el cruising, lo practico cada vez que puedo, solo o acompañado.
Lo que os voy a contar tiene mucho que ver con ese morbo de entrelazar tu lengua con otra desconocida, comerte un buen rabo o pegarte una buena lefada acompañado de un “chulazo”.
Mes de junio en Madrid. El calor comienza a apretar. Soy andaluz y no conocía Boyberry, había leído varios comentarios y visto las instalaciones en su web así que, en un viaje por trabajo, decidí hacer una parada en el local. Después de una reunión y aún con el traje puesto, me dispuse a entrar. No había nadie, solo dos camareros y una persona revisando los sistemas de aire acondicionado y ventilación. Yo, con un traje oscuro y ceñido, marcando culo y buen paquete. La camisa blanca dejaba entrever mi pecho bien definido. Me había fijado en el técnico del aire acondicionado, un tipo de unos 35, más bajo que yo, moreno, también con barba oscura, un culo redondo y prieto que se le notaba casi perfecto y un paquete que le marchaba un pollón bajo el chándal que llevaba puesto. Fue un cruce de miradas, sin más. Seguí conversando con el camarero y, con mi cerveza en la mano, me fui a la zona de sillones, a ver si llegaba alguien… Había una escena porno donde 3 tíos follaban a pelo entre unas cañaveras. La idea de hacer un trío me ponía muy burro, solo de pensarlo ahora se me pone dura. Con el calentón que llevaba y sin nadie más en el local, decidí irme al hotel a darme una ducha.
Una vez en mi habitación, y tras el baño refrescante, pude comprobar que no funcionaba el aire acondicionado, así que llamé a recepción para tratar de solucionarlo. Me dijeron que en unos minutos acudiría un técnico. Yo llebava un bañador corto azul, sin calzoncillos y también estaba sin camiseta. Había cambiado la seriedad del traje por la informalidad y la comodidad en un sitio más “íntimo”. A través de la tela se podía notar mi polla, un trozo de carne que aún sin estar dura, se notaba bien definida.
En unos instantes golpearon a la puerta: “soy el técnico que viene a revisar su aire acondicionado”. Al abrirla, me encontré cara a cara con el chico del Boyberry. “Pasa tío, estaba cómodo recién duchado, perdona ahora me pongo una camiseta”, le dije un poco apesumbrado. “No se preocupe, el calor aprieta ya fuerte”, replicó él.
Yo, que como os comentaba, soy bastante extrovertido, traté de quitar importancia a esa posible incomodidad: “háblame de tú, hombre, que somos jóvenes. Seguro tú también estás pasando calor y, si pudieras, te quitarías la camiseta”. Ángel (así se llamaba), ya más confiado, me siguió la conversación mientras subía a una escalera que portaba y miraba por las rendijas de la máquina: “ya te digo, soy muy caluroso, pero en horas de trabajo hay que comportarse”. A lo que yo le respondí: “venga ya; siempre se puede trabajar lo más cómodo posible. Trabajar y disfrutar mola”. Mientras se secaba el sudor con la palma de su mano, lanzó un comentario no muy certero: “joder, claro, pero esta semana llevo todos los días en el Boyberry y allí solo van tíos. Si por lo menos hubiera alguna tía…” No me había reconocido al haber cambiado mi traje por otra ropa; no se había dado cuenta de que yo era el tío que había en el pub. Decidí seguirle el rollo, aunque llevándolo a mi terreno. “Ya te digo tío, dos buenas tetas están muy bien pero también dicen que como la chupa un tío no lo hace nadie”. Yo le miraba el culo respingón y redondo, lo tenía casi en mi cara ya que él estaba algo encorvado; como no se daba cuenta, me empecé a tocar el pijo por emcima del bañador. Mientras él cogía un destornillador y revisaba todo, parecía meterse aún más en la conversación: “sí, eso es cierto. Yo una vez hice un trío con mi novia y, entre tanto vicio, mientras el otro tío le follaba el culo, yo le di polla y me la comió de vicio. Es más, mientras le follaba el culo a mi chica y yo se lo hacía por delante, se rozaron nuestras pollas y todo. Menudo morbazo”. Ese comentario hizo que mi rabo reaccionara y ya tenía mi bañador con un bulto considerable. Él parecía no inmutarse, o al menos a mi vista, su polla seguía flácida bajo su chándal.
Decidí tirarme un farol a ver cómo reaccionaba: “a mí lo que me gustó de una vez que hice un trío fue ver al tío follándose a mi novia, ponerle la polla por detrás y acabar follándomelo yo. ¿Nunca te has follado un culo de un tío? Eso sí que es placer. Ufff, mientras se está follando a tu chica, llegas por detrás y le das, pero bien…Eso sí, tambiéndicen que no hay nada como estar en medio, follándote un culazo y recibiendo por detrás pollazos. Así te mueves según tu gusto y te pegas una lefada histórica jajaja”. Para ese entonces me di cuenta de que había lubricado un poco y mi bañador estaba algo mojado. Pero su reacción me hizo acelerarme aún más: “calla tío, eso sí que me pone cachondo, mira se me puso dura”. Cuando se giró de la escalera, pude ver un bultazo y le dije: “tío, me vas a dejar ciego con ese rabaco jaja”. “Pues estás a la altura de hacerme una mamada jaja” respondió. “Además, parece que tú también tienes un problema ahí abajo”, sentenció al ver que me iba a estallar el bañador. Al ver su reciprocidad, le fui a sacar la polla del pantalón. Bajó de la escalera y me dijo “tío pero qué haces”, a lo que yo le respondí: “déjate llevar y verás lo que hago”. Con mis dos manos le bajé el pantalón y de un salto salió su polla. Me arrodillé, llevándomela a la boca muy lentamente. El tío la tenía cada vez más dura; un rabo perfecto, moreno de color, sin circuncindar, grande, gordo. “Tío chúpamela, me has puesto muy cerdo”, me susurró. Yo traté de ser cabrón y me levanté: “¿sólo quieres una mamada?Porque yo quiero trabajarte ese culazo que tienes y pegarte la mejor follada de tu vida”. El técnico del aire me miró fijamente y me tiró a la cama. Yo boca arriba, con mi polla aún escondida, creía que reventaba. Él dejó caer su cuerpo y, mientras me besaba, su polla y la mía se rozaban y se ponían cada vez más duras. “Qué bueno estás cabrón”, le decía mientras lo morreaba. Su lengua llena de saliba se entrelazaba con la mía, le chupé el cuello y le puse boca arriba. Era mi turno. Le chupé la polla a saco, haciendo presión y utilizando mis labios. Lubricaba él, lubricaba yo. Tuve que sacarme el nabo y empezar a pajearme, aunque no muy fuerte porque estaba tan cachondo que temía correrme enseguida. “Menudo rabazo tienes tú también”, me dijo mientras comenzó a mamarla. Era el 69 perfecto. Mi polla está también sin circuncindar, es grande y con un buen capullo, gordo. Yo le abría un poco las piernas y le salibaba el culo. Ese culo era delicioso, duro como una piedra, aunque mi dedo entraba sin problemas y su polla se endurecía más por momentos. Parecía que iba a ser muy buen pasivo. “Tengo ganas de darte polla, de follarte ese culo que tienes”. Ángel parecía convencido, se estremecía y me hacía estremecerme a mí. “Nene, déjate llevar”, le dije mientras le besaba apasionadamente. Él boca arriba y con las piernas abiertas, se dejó hacer. Yo me senté, dejando sus piernas encima de las mías y le pasé mi polla lubricada en su ojete. No hacía falta mucho más. Jugaba con “la puerta”, metiendo solo la punta, varias veces. Su rabo daba latidos y me dijo “ya no puedo más, clávame tu polla nene”. Eso me hizo enloquecer. Me incorporé y, con sus piernas levantadas y yo cara a cara, comencé a penetrarlo mientras le besaba. Qué culazo tan dilatado, se notaba que estaba a mil, yo aceleraba, mi polla cada vez más dura… Tenía sus piernas sobre mis hombros, yo cada vez aceleraba más y él tragaba y tragaba pero me pedía que le diera fuerte. “No aguanto, me voy a correr como siga así”. “Préñame, vamos a fundirnos en uno solo fóllame fuerte, quiero ser solo tuyo”. Para entonces yo ya no podía controlarme. “Toma polla, te voy a preñar a tope, me voy a correr, ohhh, ooohhh cabrón, toma lefada, toma, ohhh”. En ese momento, varios disparos se fueron hasta sus entrañas, y él, prácticamente sin tocarse, daba trayazos de leche caliente que salpicaron hasta la pared y el pecho mientras su esfinter se contraía. Los dos gemíamos mientras acabábamos de corrernos. “Ha sido la primera vez, pero menuda follada, me ha encantado”, me susurraba mientras me besaba como si estuviéramos haciendo algo prohibido.
“Trabajando y disfrutando”, le dije yo mientras sacaba mi polla dura que aún seguía en su culo. Ángel se duchó, me arregló el aire acondicionado y se marchó, no sin antes darme un morreo difícil de olvidar. Yo volví a la ducha, tenía mucho calor después de aquel polvazo. Cuando salí, el bao dejaba entrever en el espejo del baño 9 dígitos y un nombre. Ángel me había dejado su número de teléfono en un mensaje muy sutil. Desde aquel día no le he llamado, ni le he vuelto a ver. El Boyberry se quedó grabado en mí a fuego pero no me atreví a llamarle, dicen que con un beso te puedes enamorar y aquella tarde nos dimos muchos…