Para contar mi historia primero tengo que presentarme y poneros en situación.
Soy Cesar, un tío normal con 33 años, llevo viviendo en Malasaña dos meses y estoy enamorado de mi vecino. Bueno, enamorado es una palabra muy grande, pero ya me entendéis, ¿Cómo no va a gustarme un tío que parece sacado de una revista de Addicted? Unos 25 años, cuerpo fibrado, sonrisa perfecta y ojos que atraviesan cuando te saluda…
El pasado día, de camino a casa, al cruzar la esquina de Gran Vía, le vi. Estaba ahí, fumándose un cigarro en la puerta de Boyberry. No podía creérmelo, no me imaginaba que un chico así frecuentase estos sitios. Me quede en la esquina observándole y al terminar el cigarro entro en el local. Una sonrisa me lleno la cara, era la oportunidad perfecta para conocerle, y si tuviera suerte, chupársela.
Espere unos 10 minutos para entrar y que no fuera un canteo. Me pedí una cerveza, deje el abrigo y me senté a tomármela con calma. Pero no estaba en la zona del bar, mi vecino tenía que estar dentro. Sin pensármelo, me tome de un trago lo que me quedaba de cerveza y cruce la puerta. Tenía una misión, la búsqueda del tío que más cachondo me ha puesto nunca.
Me dirigí al laberinto, la verdad que estaba sorprendido, había muchísima gente y había algunos con los que no me importaría terminar. Al bajar las escaleras, estaba todo oscuro, mi erección iba creciendo cada vez más. Esta situación me estaba poniendo mucho. Al entrar por el laberinto no podía cruzarlo, dos chicos arrodillados se la estaban chupando a un tío con un rabo enorme. Era de un mulato, tendría 23 cm con los que no paraba de darles de mamar. Me olvide del vecino, ya me daba igual. Al segundo, escuche una voz que me decía, “ven aquí Papi”, era el mulato y no dude en ponerme a su lado y sacarme el rabo. Me agarro del culo, me miro y me beso. Note como una lengua pasaba por todo mi rabo lamiéndolo hasta que llego a la punta y se lo comió entero. Su saliva caliente me estaba cubriendo el rabo. La gente no paraba de mirarnos y pajearse, estaba muy cachondo. Dos bocas para nosotros, dos bocas que estaban disfrutando de nuestros rabos. El mulato saco su poya de la boca de uno de ellos, le agarro de los pelos y le puso la cara sobre sus huevos, le dijo que se los comiera. Mientras el chico obedecía, él no paraba de pajearse hasta que lo aparto, le echo toda su corrida sobre su cara, una leche espesa y potente que le lleno la boca.
Me guardé el rabo y me fui a la cama, me apetecía estar tranquilo un rato, disfrutando de las vistas, morboseando y tocándome. Un chaval jovencito se sentó a mi lado, puso su mano sobre mi paquete y después de sobármelo un rato, me desabroche el pantalón. Le saque mi rabo para que lo disfrutase. No dudo en metérselo en la boca, se lo trago hasta que note con la punta su garganta, fue poco a poco haciéndome disfrutar, gozando de los juegos de su lengua sobre mi capullo. No pude evitarlo y me quite los pantalones, me tumbe en la cama, apoye mis brazos sobre el cuello y disfrute del mamadón que me estaba haciendo.
De repente, noté otra mano, una tercera mano, algo fría, abrí los ojos y ahí estaba, mi vecino sonriendo, riéndose y agarrándome el rabo. No podía creérmelo, ya lo daba por perdido, pero ahí estaba. Me puse nervioso y seguro que algo colorado. Me preguntó que si podía. Yo, tonto de mí, le pregunté el qué. Acto seguido, y sin que le diera tiempo a responder, mientras se metía mi rabo en su boca me dijo, chupártela. Y ahí estaban, el tío más buenorro de Malasaña comiéndose mi rabo junto a un chaval que me estaba volviendo loco con su mamada, dos tíos para mí.
Pero yo quería más, quería disfrutarlos al completo. Les desnudé y tumbé al chaval en la cama, tenía muy buen rabo el niño, asique no dude en metérmelo en la boca. Mientras se la chupaba, mi vecino me la seguía comiendo. Baje por el rabo lamiéndoselo entero hasta llegar a los huevos, de los huevos pase a su culo, le levante las piernas y le metí mi lengua, él gimió de placer. El chaval se dio la vuelta, se puso a cuatro patas y nos pidió a mi vecino y a mí que le fallásemos. Sin dudarlo, me escupí el rabo y poco a poco fui metiéndoselo hasta notarlo bien dentro. Mi vecino mientras tanto, jugando con su rabo, dando de mamar al chaval mientras me mirada sonriendo, diría que algo avergonzado, imagino que no se esperaría acabar ahí conmigo. Que buena follada le estábamos metiendo, uno fallándole la boca y yo reventándole su culo sin parar ni a respirar.
Cada vez más gente se acercaba para disfrutar de nuestro espectáculo. Se ponían alrededor de la cama, con sus rabos fuera, pajeándose… Algunos empezaron a follar y la situación me estaba poniendo muy muy cerdo. Mi vecino se puso a mi lado y me dio un morreo mientras me tocaba los huevos. Susurrando, me pidió que le follara, que quería sentir mi rabo. Le tumbé, puse sus piernas sobre mi pecho y se la metí, estaba muy cerrado, pero poco a poco fui abriéndole el culo hasta que dio un grito de placer, ahí note que había entrado entera. Despacito, fui metiendo y sacando mi rabo de su culo, no paraba de gemir hasta que el chaval le metió el rabo en su boca, en ese momento fue cuando paró de gritar. Al cabo de un rato, mi intensidad fue creciendo, una vez note que estaba bien dilatado le di caña, sus gritos de placer se entre escuchaban mientras se atragantaba mamando. Mis manos no podían parar de tocarle esos abdominales, con cada pellizco que le daba al pezón, él daba un grito de dolor. Su rabo no paraba de palpitar. Se lo agarré y le pajeé sin parar hasta que vi como su corrida le lleno el cuerpo y salpico en la cara. En ese instante, saque mi rabo de su culo, me acerque a su cara y mientras me pajeaba, le solté mi lefa sobre su boca, su cara se llenó de leche caliente, sacó su lengua y se lamio los labios. Al terminar, nos vestimos y fuimos a casa. Al llegar a su portal, me pidió que subiera, os podéis imaginar todo lo que pasó sobre su cama.