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El Summun

Parecía el plan perfecto para acabar dos días inmerso en saciar mi deseo sexual. Buscaba algo diferente y que no fuese un “sexchill” u otra cita sin ningún tipo de morbo. Estaba muy cachondo y necesitaba desfogarme; en pocas horas volvería al trabajo y hacer vida normal. Me propuso follarme en un cuarto oscuro ante tíos que se estarían pajeando a nuestro alrededor, después cuando se cansase, me ofrecería a quien él quisiese, yo no podía elegir. Al leer la propuesta dejé las demás conversaciones que tenía entre manos y me centré en saber si iba enserio, me fascinó la idea. Me dijo que tenía solo dos horas antes de volver a casa y que estaría en quince minutos entrando al Boyberry. No dudé un momento y acepté, ¿qué podía perder? si no se presentaba ya entraría yo solo, el Boyberry nunca falla. No me molesté ni en pedirle foto, me excitaba más la idea de encontrármelo allí. Descarté la idea de pegarme una ducha y perder el aroma de sexo que desprendía, me puse un pantalón corto de chándal, una camiseta de tirantes y marché, por supuesto sin gayumbos.

No siempre voy buscando la sumisión pero tengo que reconocer que me excita mucho adoptar ese rol. Adoro mirar a los ojos a un tío mientras me pide con arrogancia que le obedezca; la misión es complacerle, ser su juguete. Tal vez esté buscando todo lo contrario a lo que siempre he tenido; sentirme querido y valorado eso ya lo vivo a diario, ahora necesitaba esto, y si después de ser usado el cabrón termina morreándome entonces sería el summun.

 

De camino a Boyberry  me iba fijando en todo tipo que se me cruzaba por delante imaginándome que sería él mientras me acomodaba la polla por encima del chándal. Me venían a la cabeza otras citas que había vivido con algún amo cañero de las que tenía un buen recuerdo. Deseaba vivir algo que superara a la primera vez que me pusieron de rodillas con su polla en mis labios y mientras me acariciaba la cara y me abría la boca con sus dedos, yo disfrutaba de sus meos. Recuerdo que mi primera reacción fue hacer un amago para apartarme pero él me lo impidió sujetándome la mandíbula, sin apartarme la mirada. Deseaba chupársela al mismo tiempo; notar la meada hasta dentro pero él, me apartó para ver como se desbordaba de mi boca y bajaba sus meos por mi pecho, marcándome y sentenciando como buen dominante.

 

Al llegar a la puerta del Boyberry me escribió diciendo que ya estaba dentro, cerca de una sala con cine porno, “Date prisa, no tardes”.  Entré y dejé mis pertenencias en la taquilla.

 

Conocía el sitio y sabía muy bien donde se encontraba. A esas horas de la tarde es cuando más ambiente puedes encontrar en Boyberry . La sala estaba al final de un largo pasillo, en la oscuridad pude distinguir a varios tipos que se me cruzaron y pararon detrás de mí, pero debía seguir y encontrar a mi cabrón. Al llegar a la sala me apoyé en la pared esperando una señal, no quería precipitarme. Comencé a tocarme la polla por debajo del pantalón mientras agudizaba mi vista en la oscuridad. Se acercó un tío y se puso a mi lado, no dijo nada solo me miraba mientras se frotaba el paquete. Recuerdo la cara de placer que tenía el actor de la peli porno al que le estaban haciendo un bukake, por la iluminación de la pantalla pude ver un tío con cuerpo definido mirándome y al fondo de la sala se apreciaban dos siluetas más. El tipo de mi lado se sacó la polla y me hizo un gesto para que se la chupase, pero necesitaba un poco más de tiempo para ponerme duro y entrar en acción.  El tipo que estaba cerca de la pantalla se acercó por detrás y me acarició el culo buscando con sus dedos mi ano, dilatado y húmedo. Noté como me los metió al mismo tiempo que me mordió la nuca y me pidió al oído que me agachase y se la chupara bien al tipo que tenía enfrente. En ese momento supe que ya estaba bajo el mando de mi amo y no dude ni un momento en obedecerle. Me sacó los dedos, subió su mano acariciando mi espalda y empujó mi cabeza para ponerme de rodillas.  Su fornida mano guiaba mi cabeza. Él mandaba si la mamada que le pegaba al otro tipo era hasta el fondo o si me hacía esperar ansioso con la boca abierta. De repente se acercaron los dos tipos del fondo y el juego fue a tres bandas manejado por mi amo. Cuando se cansó de verme mamar me levantó cogiéndome del cuello y empezó a olerme la boca y a pegarme lengüetazos; quería oler la boca de su putita después de verla comerse tres pollas. Acabó con un lapo en mi cara que limpió con su lengua, luego me puso de espaldas hacia él y comenzó a follarme.  Puro placer… los tres se iban turnado mi boca mientras mi amo no dejaba de darme duro.

 

De repente me la sacó y me apartó de ellos llevándome a una cabina solo los dos y cerró la puerta.. ¿Qué estaba haciendo? ¿se creía que podía superar lo que estaba viviendo? En un principio estuve reticente pero el cabrón sabía lo que hacía. Abrió una ventanita que había en la pared de la cabina y me puso de espaldas a ella, me dobló la espalda de forma que mi boca estaba en su polla y mi ano asomando por esa ventanita. La sensación de que cualquiera que pasara podía follarme fue tremenda. Estuve un rato chupándosela y sintiendo el contraste de temperatura que sentía en mi boca por su polla, con la que había fuera por mi ano. De repente noto una respiración y como saborean mi culo con buenos lengüetazos. Más tarde empezaron los pollazos, mientras tanto mi cabrón me la metía hasta la garganta y la aguantaba dentro hasta verme dar arcadas, después de una de ellas me soltó toda su leche. Seguí comiéndole bien la polla y para el summun de mi placer el cabrón me comió la boca, antes de marcharse.

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