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Desde aquél día no soy el mismo

Esta historia sucedió el pasado Junio, nunca pensé que me atrevería, pero ha llegado el momento de contar la primera vez que descubrí Boyberry, la primera vez que sentía lo que era ser un sumiso.

Tengo 19 años y hasta ese día nunca había sentido un rabo dentro. Llevaba unos días de bajón, era la última semana de exámenes y lo único que hacía era estudiar y matarme a pajas.

A última hora de la tarde, después del último examen, me fui de paseo por el centro. Encendí Grindr, hablaba con unos y con otros sin llegar a ningún punto, hasta que de repente me escribió un chaval de 29 años, de Usera y estaba tremendo. Un tío simple, simpático y con buen cuerpo. La putada era la de siempre, estábamos los dos de paso por el centro y ninguno teníamos sitio, es típico ¿no?

Después de buscar alternativas me propuso ir a Boyberry. Nunca había ido y me parecía el mejor momento para descubrirlo. Quedamos en la puerta para entrar juntos. Al llegar, ahí estaba, con un chándal, fumándose un piti a mi espera. Marcando paquete, muy sexy la verdad.

Al entrar en el bar nos pedimos unas cervezas, estuvimos charlando un buen rato hasta que me agarro de la mano, se acercó a mi oído y me susurro que lo acompañase, que me iba a enseñar el local por dentro.

Al pasar por la puerta, una excitación me recorrió todo el cuerpo,  la luz se hizo tenue y solo podía ver a tíos andando, mirándome y viendo cómo se tocaban el paquete por encima de los pantalones. Bajamos las escaleras y la zona se iba a haciendo cada vez más oscura.

Sergio, así se llamaba el chico con el que estaba, me llevo a una de las cabinas, nos metimos y cerró la puerta. Me empujo contra la pared, me agarro del cuello y me empezó a dar un beso, a comerme la boca como nunca antes lo habían hecho. Con mi mano le agarre el paquete, ya estaba empalmado y no dude en desabrocharle el cinturón, quitarle los botones y bajarle los pantalones.

Los dos nos quedamos en calzoncillos y nos tumbamos en la cama, nos restregábamos, sin parar de besarnos, de chuparnos las lenguas y poco a poco fui notando como su calzoncillo se iban mojando. Le quite la camiseta, tenía un torso precioso, ni muy fibrado ni muy delgado, con el pelo justo para que me gustase. Me puse de rodillas, me fui quitando la camiseta poco a poco para que disfrutase del momento, había que darle un poco de pausa a esta pasión, pero antes de que me diera tiempo a quitármela entera, note sus manos agarrándome el calzoncillo y bajándomelos de golpe.

Se metió mi rabo en su boca, lo chupaba con una suavidad y delicadeza que notaba todos sus labios, su lengua jugando con mi capullo y de repente le agarre la cabeza, me folle su boca sin parar, empezó a gemir y me puse aún más cachondo.

Le quite la cabeza y me puse de pie, le tumbe en la cama y le deje desnudo. Tenía un rabo precioso, un poco curvado, muy muy duro, se le marcaban todas las venas y sin dudarlo me lo metí hasta la garganta. Chupe su polla, le escuchaba gemir, le notaba disfrutar, retorciéndose de placer… Decidí bajar la intensidad y disfrutarle aún más, me saque su rabo de la boca y le escupí, jugué con mi saliva sobre su rabo, le palpitaba, no podía tenerla más dura.

Dijo una frase que me cambio, “quiero mi rabo dentro de ti”. Me puse muy nervioso. Nunca antes me habían follado el culo. Lo habían intentado, pero siempre me acababa doliendo. Aunque no iba a engañarme, lo estaba deseando, me apetecía mucho que me follase. Le susurre que fuera delicado, que era virgen. Me sonrió y me beso, me dijo que no me preocupase.

Se puso de pie y me dio la vuelta, me apoyo la cabeza contra la cama. Quitó el cinturón de sus pantalones, me agarro los brazos y me ato. Sentí una mezcla de miedo y excitación que nunca había sentido. Puso sus manos sobre mi culo, me lo abrió, metió su boca, me lo comió y note su lengua como iba lubricándome, su respiración sobre mi culo me estaba poniendo a mil. Me lo comió sin parar, me encantó. Y de repente empezó a jugar con sus dedos y poco a poco me fue abriendo el culo.

Le suplique que me la metiera. Él me tapo la boca y me agarro del cuello. Se puso el condón, se escupió el rabo y note como su capullo fue entrando en mí. Noté cada vena de su rabo entrando por mi culo, note como mi culo fue abriéndose poco a poco hasta que se dejó caer sobre mí. Me la clavo entera y note su torso mojado de sudor sobre mi espalda. Me tumbo en la cama y me abrió las piernas. Fue follándome poco a poco, cogiendo cada vez más velocidad, los golpes de sus huevos y mis gemidos tendrían que escucharse por todo el local.

Sacó su rabo de mi culo y me quito el cinturón, me giro y nos besamos. Me pregunto si me gustaba, y lo único que supe decirle fue “Quiero más”. Me levanto las piernas apoyándoselas en sus hombros, me agarro de la cadera y me acerco a él. Con las piernas levantadas me la clavo de nuevo. Grite de dolor, pero también de placer. Se tumbó sobre mí, me corto los gemidos con sus besos, cada follada que me metía era más intensa que la anterior. Con sus dedos abrió mi boca, me escupió y me beso. Me giro y me puso a 4 patas. Me volvió a follar, esta vez me pajeó. Jugaba con la lubricación y con sus dedos no parada de frotarme el capullo.

Le suplique que parase, que si seguía me correría. Él me agarro del pelo, me tapo la boca y me la volvió a clavar. Me pajeo mientras me follaba y no paró hasta que noto mi corrida sobre su mano, hasta que no me escucho gemir mientras me corría.

Saco su poya de mi cuerpo. Hizo que me diera la vuelta y me sentara, se pudo de pie, me agarro la cabeza, me abrió la boca, se quitó el condón y me follo hasta la garganta. Note como su corrida explotaba en mi boca y garganta, volví a gemir de placer y no pare de chupársela hasta que le saque la última gota. Me saque su rabo de la boca, alce la mirada y me sonrió.

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