Llegaba un día soleado de Abril, despertaba a las 11am y con muchas ganas de empezar un día más. Mientras retozaba mi cuerpo sobre mi edredón, lograba sentir como cada pensamiento que pasaba por mi cabeza era más ruin que el otro; lograba tener cada sensación de necesidad, de pensar en que si la noche anterior hubiera sido mucho más listo tendría compañía en mi cama para pasar dicha necesidad. Mientras tanto solo me quedaban dos opciones: Pensar en la última sensación sentida en mi cuerpo por aquel chico que estuvo en mi cama, o abrir alguna aplicación de contactos y empezar a buscar acompañante para mi primer café de la mañana, ya que, BOYBERRY seguía cerrado y la necesidad de sentir hombre seguía creciendo mientras el reloj avanzaba su curso.
La sensación de desesperación iba aumentando mientras mis manos seguían acariciando mi cuerpo, mis pulsaciones aumentaban a medida que mi polla se iba endureciendo; decidí sin dudar alguna recordar cuando estuve con un fornido estadounidense de 36años que encontré en una de mis noches desenfrenadas de fiesta en BCN., cuyo nombre me es difícil de recordar a pesar de que fue quien dejó sus besos y sus últimas gotas de sudor en mi cuerpo. El placer que me daba recordar la hora y media que compartimos juntos en mi habitación era incomparable, tan solo de pensarlo mi pensamiento empezaba a extenderse.
Empecé a menearme el rabo al recordar la eficiencia de dicho varón mientras me desnudó para él; más duro que una roca y al que disfruté. Rosando por mis labios, con esa sensación de querer devorarlo, sentirlo en la profundidad de mi garganta y darle placer. Con un conjunto de caricias en su cuerpo, sin duda fue el punto de partida que hizo que enloqueciera y despertara las más perversas ganas de ponerme boca abajo en mi cama; y que, sin pensárselo dos veces su erecto pene entrase por mi ano, mientras sus dos grandes manos hacían que mis nalgas se abrieran para él y así tuviese el total derecho sobre mí.
-Habitualmente me gusta ser un sumiso entregado, en el que la mayor parte de placer me llevo satisfaciendo al hombre que me da su tiempo y su o sus orgasmos.-
Sin parar logró hacer que su cuerpo y el mío llegasen a un clímax de satisfacción y de placer, al que, después de unos cuantos cambios de posiciones, besos desenfrenados y peticiones de:
-¨Por favor no pares¨,
-¨Dame más duro¨,
¨Hazme tuyo¨;
Aquellas palabras que salían cada 10segundos de mi boca.
Mientras toda esa lujuria desenfrenada pasaba por mi mente, mi mano seguía meneando mi polla y haciéndome llegar una vez más al punto exacto de satisfacción mañanera que deseaba. En ese momento pensando en si él hubiera estado en mi cama, sinceramente deslefé tanto, que parecía que llevaba días sin correrme, a pesar de eso, el placer no estaba del todo en su punto; me faltaba algo. Así que miré el reloj y decidí poner en marcha el plan para acabar la lujuria.
Llegaba casi el medio día , el sol a su esplendor, daban alrededor de las 11:45am, fui directo a la ducha a limpiarme mi lefa y a preparar mi cuerpo para salir despavorido al BOYBERRY, aquella era la manera más eficaz de acabar de satisfacer mi necesidad y de tener un rabo dentro de mi caliente culo. Vestido de jean y una camiseta, mis suspensorios negros, bambas deportivas y unos calcetines altos blancos; llevando así todo el morbo posible para agradar a la mayoría de hombres presente en esa mañana. Encaminé mis deseos y mi cuerpo, mientras que revisaba en mi cartera si tenía mi DNI, el efectivo y preservativos, ya que mi tarjeta de debito no puedo usarla para hacer el pago, para no dejar rastro de mi perversa visita ahí.
Como es habitual en mí, tenía muy claro que haría hasta lo imposible por mi entrada, iba con tantas ganas de abrir mi mente a las más pervertidas acciones sexuales y con un miedo desenfrenado a que por el horario quizá solo me encuentre con uno de sus trabajadores y mi lujuria quede sin hacerse realidad. Cuando en la entrada leí que era NAKED PARTY, sonroje mi cara, y avance el paso hacia el mostrador, desubicado volteé mi mirada al lugar de las taquillas; habían ya delante mío 3 chicos, los cuales empezaban a mirarme con deseo. Yo, lo único que pensaba era en que después de todo el proceso de bienvenida, debía desnudarme delante de ellos, y que quizá juntos empezáramos a tener esta tarde divertida de sexo con desenfreno por el que vine.
Pasando por todos los filtros empezó mi drama:
-Escoger una taquilla cerca o alejada de ellos
-Sacarme primero la camiseta, para así dejar ya descubierto mi pectoral ante ellos
-Empezar sutilmente por los zapatos, para no quedar en evidencia.
A su vez, pensaba en que posturas o movimientos para seguir despertando el deseo sexual en aquellos 3primeros chicos que mis ojos habían visto nada más llegar.
A pesar de eso, mi mirada estaba pendiente de uno, mientras pretendía que mi lujuria cubra mis ojos, me sentí especialmente atraído por él. Treintañero; vestía camisa, corbata y pantalón, el cual, entre mirada y mirada lo único que pude captar es como se agarraba el paquete morcillón para mostrármelo y seguramente dármelo. Lo bien que olía él, hizo que, tragase saliva sin tenerla. En ese momento lo único que me apetecía era que se abra la bragueta y me obligue a arrodillarme ante él, ni en mis mejores sueños habría pretendido que alguien tan formal empezará mi destino ahí.
Me desinhibí y empecé a quedar desnudo frente a ellos, haciéndolo de una manera sensual y sexual a la vez, mientras que caía una sonrisa picara y alguna que otra mirada coqueta para llamar su atención; a la vez que miraba como ellos dejaban al descubierto sus torsos peludos, sus fuertes piernas, sus tersas nalgas y como no, sus dichosos nabos, los cuales pretendía devorármelos uno a uno.
Entrabamos a la vez hacia la parte del Gloryhole, adelanté un poco el paso para que mis nalgas queden al descubierto ante sus miradas y poder seguir luciéndome. Di mi primera vuelta sin pensar en quien venía detrás ni quien estaba delante, simplemente quería observar y sentirme observado. Después de unas cuantas vueltas, me atreví y entré en una de las cabinas. Para mi sorpresa, a la vez que cerraba la puerta, sentí como con un sutil empujón entraba aquel caballero.
-Aquel treintañero en el cual fijé mi mirada nada más entrar, con la única diferencia que ahora solo estaba para mí –
Desnudo pero con su aspecto varonil, el pecho lleno de vellos, una sonrisa coqueta y la polla, aquella que ya había notado antes, ahora estaba frente a mí, apuntándome y con ganas de que la devorara. En ese momento solo deseaba que él me de sus primeras ordenes, mientras me ruborizaba y a la vez me excitaba como una perra en celo.
Dio un par de pasos, mientras se fijaba en que la puerta quede bien cerrada, con su otra mano me agarró fuerte del cuello y me atrajo a su boca para así rozar sus labios con los míos; automáticamente, no pasaron ni dos segundos, me forzó a arrodillarme ante él.
Ante la atenta mirada de espectadores en los agujeros que contenían esa cabina, mi desnudo cuerpo y el de él empezaban a calentarse tan solo con fijas miradas y cortas palabras al aire.
-Como buen sumiso, lo único que quería era que esas acciones forzosas, que quizá estaban a punto de llegar sean cómplices de un coito morboso a la vez que extasiado-
Pasaban los minutos del reloj, empezaban a caer mis primeras gotas de sudor, estas indicaban que mi trabajo estaba siendo correcto, y que, mi calentura seguía elevándose.
Baboseando su polla con la suficiente saliva, continuaba con mi trabajo: metiendo y sacando su polla de mi boca, chupándola con el más puro deseo y notándose la satisfacción de un buen trabajo al tenerla muy dura mientras se deslizaba entre mis labios y mi garganta.
– Todo esto mientras estaba a la espera de una nueva orden-
Alcé la mirada para observar a mi hombre, y en ese preciso momento escuché un gemido tan placentero como único. Mientras le miraba, mordía su labio inferior y seguía metiendo su polla por la boca. Ante esa satisfacción de placer continué sin parar.
Minutos más tarde, era él.
Con una mirada desafiante y un agarrón en mi brazo, el cual fue el impulso que me ayudó a reincorporarme a su altura. Escuchaba mi siguiente orden, estaba prácticamente inmóvil. A pesar de esto, esta vez eran susurros en mí oído con palabras tan fuertes como placenteras, mientras me obligaba a que me ponga de espaldas y entregue mi cuerpo a él.
Tenía mi cara sudorosa, puse mis manos en frente , protegiéndome así de algún golpe contra aquella fría pared de pladur quien era cómplice de mis balbuceos y gemidos; mientras él se deslizaba por mi espalda, llegando así a mi derrier.
Después de unos cuantos besos e incontables azotes. Sentí como sus manos también sudorosas, abrían mis nalgas para dejar descubierto ante él mi ano, aquel que estaba tan húmedo como dilatado, pidiendo a gritos que su lengua , sus dedos, su polla o algo me sorprenda, entrase y complete mi satisfacción tan anhelada; como era sentir es orgasmo que anhelé desde que lo vi.
Se lo trabajó muy bien, sería mentir comentar que sus repetitivos movimiento de lengua en mi ano no me llevaron más de una vez a poner mis ojos en blanco; a agarrarme fijamente tal y como podía de esa pared, que ya remojada de mi sudor y mis ganas de que no pare, pretendía que su saliva fuera el perfecto lubricante antes de sentir su caliente y dura polla en mi ano.
Llego el momento; aseguro, no me fije cuando se puso el condón. Solo sentí como una brusca brisa fue el indicador en mi cuerpo para saber que la siguiente acción era sentir su rabo y penetrarme. Con el culo para entonces bien trabajado, su saliva rebosando mi ano, y la sensación de completo éxtasis, llego ese momento, por fin me sentí completamente suyo. Sentí que mi momento había llegado y únicamente entre gemido y gemido, lo único que quería era sentir con total pasión todo el fervor de sus embestidas hasta que por fin podamos compactarnos en un fugaz y tórrido gemido de placer con flujos seminales de por medio.
Me reventó el culo sin piedad, me azotó tan fuerte como le permitía el ángulo de sus brazos y el movimiento continuo de su ágil pelvis. El sexo estaba siendo de 10 y subiendo, como era obvio no podía quedarme atrás, debía corresponderle a aquel feroz hombre, a pesar de haberle hecho una de mis mejores mamadas. Empecé a incentivarme y a ayudarle con movimientos al mismo ritmo que el suyo, mi culo se dilataba cada vez más, sentía como al completo era cada vez más suyo. Usé mis manos para agarrar mis nalgas y abrírmelas, y con palabras y peticiones amenas al momento ese hombre no me decepcionaba, por el contrario, aumentaba cada vez más el ritmo. En ese cuarto solo se escuchaba una melodía muy amena, la cual estaba construida por el ruido que hacían mis nalgas con su pelvis, de sus y mis gemidos, y uno que otro golpe tonto que me daba contra la pared.
Al pasar de los minutos, sentí como todo poco a poco iba llegando a su fin, la sensación de sequedad en mi boca aumentaba, sus respiros alterados sobre mi nuca iban aumentando, sus movimientos iban subiendo las revoluciones, y en ese momento mi cabeza estaba únicamente pidiendo que su lefa saliese tan esparcida como sus gotas de sudor por toda mi espalda. Y así fue; en uno de esos movimientos escuché, en lo más profundo de mí, la frase que tanto morbo despertaría en mí.
Me corro, me dijo.
Entre balbuceos y gemidos solo supe responder:
¿Dónde me darás tu leche?; Claramente no sabía si hice bien o mal, haciendo esa pregunta. Lo único que sentí fue como en un despavorido movimiento saco su polla de mi culo, y de esa manera con un ágil movimiento pero forzoso, ya me tenia de rodillas nuevamente ante su varonil cuerpo.
Sacó el condón y lo lanzó al suelo.
Mientras que con una mano se pajeaba, con la otra agarraba mi pelo para así ordenarme abrir mi seca boca y esperar tragarme toda su dura polla. No estaba pendiente de quien me miraba atreves de los agujeros de la cabina ni de nada lo que podía quitar mi concentración de aquel momento. Mi pensamiento de que al fin podría tener esa sensación de lefa caliente en mi boca, premio de aquel sexo salvaje que fui a buscar, me tenía al borde de la excitación. Aumenté mi rapidez manual al pajearme, mientras abría mi boca y movía lentamente mi lengua sobre la cabeza de su polla para darle más potencial al punto erógeno de excitación y darle a entender que estaba listo para su siguiente y quizá ultima orden.
Tenía claro que esa lefa era mía; quería tragármela entera y hasta dejarle su majestuosa polla limpia dando así por culminado el conjunto de órdenes que se me había asignado.
Esa mezcla nada homogénea, entre saliva y pre-cum en mi boca, alcanzaba cada segundo más sabor y más contextura. Llegaba mi momento, no aguantaba más, mientras rogaba que me diera de tragar su lefa para poder correrme.
Sentí; como junto a continuos gemidos, sin duda alguna fue un momento más que placentero, varios chorros de semen y movimientos espasmosos en su cuerpo mis chorros de semen salían dispersos en ese suelo negro de aquella cabina, mezclándose, así con las gotas de sudor que ambos habíamos echado durante ese sexo desenfrenado y toda la saliva que tiramos mientras él tuvo su boca en mi culo y yo su polla en mi boca.
Mi risa nerviosa, sin duda me daba más confianza que nunca. Por fin pude satisfacer completamente a aquel hombre que lo había dado todo por mí en esa cabina, mientras me incorporaba de pie, sus únicas preguntas eran si había gustado o si me lo había pasado bien a su lado. Con el conjunto de piernas temblorosas, y boca balbuceante le decía:
¨Sí¨, ¨GRACIAS¨, ¨ME LO HE PASADO BOMBA¨,
y la única pregunta que pude hacer mientras limpiábamos nuestros sudorosos y extasiados cuerpos con papel de manos fue:
– ¨¿HE SIDO BUEN CHICO PARA TI?.
Quizá espere mucho de sí, Quizá estaba preparado para escuchar cualquier cosa, o no. Únicamente me sonrió; me dio una palmadita en la cara y junto a ella una frase muy encantadora, que aún tengo en mi cabeza por cierto:
-¨Tuviste mucha suerte de pillarte aquí, no tenia los medios necesarios para hacerte completamente mi sumiso, tienes carácter y mucho rollo, quizá pronto podamos hacer esta fantasía completamente realidad¨.
Nos despedimos con un completo juego de miradas y medias sonrisas, la vergüenza volvió a mi, mientras aún nos recomponíamos y tomábamos valor de salir de aquella cabina que nos regalo mucha complicidad y placear o quizá tomar rumbos diferentes.
Teníamos diferentes opciones:
-Quizá íbamos juntos al lavabo a terminar de limpiarnos
-Quizá podríamos tomar una cerveza para intercambiar nuestros números y poder completar esto otro día, o
-Quizá simplemente perderlo dentro de ese laberinto de cabinas, con no mucha luz, con deseo de otras muchas personas de que fueran suyo.
Continúe mi camino al lavabo. Meé, limpié una vez más los fluidos que aun aparecían por mi culo, lavé mi cara, mis manos y mientras me secaba y me miraba al espejo, recordaba el momento de la presentación, como fue, nuestra primer mirada y sí, lastimosamente no supe ni su nombre. Recordé que cuando él entró en la cabina, mis deseos eran tan elevados que no tardé ni un segundo en ser su objeto sexual, dejando al despiste su nombre, su verdadera edad, y quizá hasta su estado civil. Todo lo que tenía en mi cabeza era fantasioso, Cabizbajo y a la vez empujado por el deseo de que él esté esperando por mí, apuré el paso a la entrada donde por primera vez cruzamos miradas, pero como era de esperarse, él ya no estaba.
Así después de haberme sentido deseado, completamente por él, abrí mi taquilla y empecé a vestir mi desnudo cuerpo mientras pensaba que quizá nunca más volvería a verlo.
Fue así como emprendí mi camino de regreso a casa, pensando ¿Quizá en otro momento?, ¿Quizá en otro lugar?, a pesar de haber ganado uno de mis mejores orgasmos también me llevaba una mochila llena de interrogantes, una mochila que llevaría siempre en mi…
¨Agradecido por aquellos minutos entregados a mi placer, solo espero que si algún día lees esto, sepas que hablo de tí. Anónimo sexual; en mi retina, quedó grabado aquel lunar peculiar que tienes en tu polla, aquel que vi mientras te la chupaba, aquel en el que fije la mirada mientras esperaba que te corrieras para mi, aquel que junto al sudor y saliva estuvo rozando mi culo durante ese sexo desenfrenado que tuvimos.¨