Todo ocurría en un apartamento en una de las calles más encondidas de Madrid, hoy, así como nunca vino a visitarme uno de mis amigos de la infancia, y que mejor momento que tomarse unas copas de vino en nuestro reencuentro. Cuando llegó, vi aquel joven tan sonriente y bien apretadito, no solo me refiero a su camiseta veraniega. Mi amigo había cambiado como es lógico, y tenía una buena espalda, así como unas ricas piernas, sintiéndolo mucho me daba coraje que todo tipo de pantalón le quedaría bien, con sus glúteos bien formados y con su paquetón bien acomodado. Tendría que sentirse afortunado por ello, como no, le llamaba la atención de pequeño los tatuajes, por eso tenía un primer tatuaje a simple vista, tanto que observé una perfecta moneda en su nuca, y eso sí yo para perverso nadie me gana, por lo que me pongo a pensar de: ¿por qué en la espalda? ¿por qué su primer tatuaje tuvo que ser ahí? ¿alguien me lo puede explicar?, la verdad es que la intriga me quedó fijada en mi perversa mente. Puedo contar poco más que recordaba de esos minutos de paz que tuve admirando su figura, tanto, que se calló la salsa de tomate en su ropa, empapando su pantalón corto y su camisa. No podía dejarle así, ya que era mi invitado le ofrecí ropa para que se cambiara, tanto tardó que me asomé en uno de esos laterales que no cerraba la puerta y el bien despistado solo se miraba al espejo. Como no mirarse tanto en el espejo, que tenía bonita la sonrisa, que si te dejabas tanto tiempo mirando te podrías deslumbrar de tal blancura. Sabes cómo me ponía esos glúteos con un bóxer naranja tan original, tan deseoso que pensaba que sería más rápido que se lo quité y lavarlo, en estos días estaba haciendo tanto calor, que hasta en short bañador estaba yo, y eso que no podía parar de fijarme de su perfecta espalda de hombre.
Sí, estaba feliz, por haberle tirado el tomate de tal torpeza que se empezó a quitar el bóxer, lentamente veía como caía ese tono anaranjado y deslizaba con suavidad su piel lubricada por sus aceites que se abría echado como hidratación. Otra cosa de las que me quedé cao fue aquella anatomía tan sexualizada, en que veía como su pene se ponía dura, y se manipulaba mientras se excitaba en su espejo como modelo. Si, tuve tanta curiosidad que no me aguante las ganas de meter mi mano adentro a manipularme mi polla sedienta por él. Mira por donde, mi querido amigo, estaba bien armado, y bien caliente, y la soltería es muy traicionera con el sexo en tu cabeza todo el día y la obsesión de buscar un amor que te calme esa calentura. Me sorprendí, porque aparte de ser un chico atractivo, tenía un buen culazo, ¿sabes cómo me estaba poniendo?, mi corazón empezó a bombear sangre como si hubiese nada más que oxigenar, con los pelos de punta de la impotencia de decir” quiero hacer el amor”, seguramente no sería ese día el ideal para encamármelo. Entre risas y vinos llegamos a embriagarnos, cuando el quedó rendido por el alcohol consumido, llegó a tumbarse en la cama, si un cuerpo casi desnudo tenía delante de mis ojos, obviamente no podía hacer nada, pero como un beso no se le niega a nadie, le di un buen morreo, aunque él creo que no le llegó ni a la campanilla.
Al día siguiente hubo la posibilidad de quedar y superar la resaca juntos con una comida-merienda que me trajo, si, sus platos estaban deliciosos , así como él también estaba delicioso, pues como me veía medio tímido, me ofreció a fumar un poco de tabaco, lo rico que lo pasamos fue que se fue la tensión que tenía por besarle, explicarle que le besé y de repente me cogió , con su mano en mi polla, me besó. Tal beso fue un comienzo de perversión y cosas no angélicas. Empezó a besarme y cada vez notaba como se le ponía dura como un chorizo sin cocina, y que ricas nalgas que veía como cada vez se abrían para meterle mano, todo esto fue en un ambiente bien cálido, no vería otra forma que seguirle su cuento provocado por esa adicción morbosa. Me quedaba empalmado, mientras el chupaba mis cojones y me comía todo el culo, tal ocasión fue de intercambiar, empecé a comerle el culo, que se notaba que la primera vez no era, y estaba bien rico, como notaba esas carnes llamándome como “perfórame, introdúcela”.
Como todo buen sexo, empieza con el sexo oral, hasta que no se pudo, porque llegó su hermana, rápidamente me empecé a vestir y él igual, debajo de la cama me quedé hasta que su hermana se fue, no nos sentíamos seguros, lo que conllevó a bajar unas calles hasta llegar a “BoyBerry Madrid”. Tal ocasión, no tardamos en llegar y comenzar por donde nos dejaron, en el sexo oral. En unas cabinas de planta baja, estaba bastante despejadas y nos daba la confianza e intimidad que buscábamos, aparte que algunos machos ya estaban en las partes contiguas gritando como perras, eso nos incitaba a seguir con esta locura. De pronto se empezó a quitar su pantalón y camisa, que rico lo que veía, sentía como mi cuerpo cogía calor, y se fusionaba con su cuerpo. Hasta que empezó a comer mi polla bien babosa y lubricada de líquido preseminal. Empieza bajando unas gotas de su saliva por mis testículos, mientras que seguía hacia adelante y hacia atrás mientras yo le guiaba con mis manos hacia el placer oral. Como chupaba mi compañero de la infancia, no sabía que él se había entrenado chupando lollipop, y ahora chupando mi miembro masculino tan excitado.
Si no me equivocaba, él siempre se metía conmigo en la infancia, y creo que, porque él quería que le persiga, así como él me encontró. Mientras recordaba esos momento y anécdotas, sentía sus ganas de llevar mi polla a la zona de su espalda, y seguir hasta la zona de glúteos donde ya se notaba lubricada y como no…caliente. Pienso que las ganas de tenerme dentro de él, era suficiente como para empezar hacerlo. Mientras se introducía que rica carne se sentía, como olvidar esas carnes que rebotaban con el gemido de “no pares, que rico, sigue sigue”, sus gritos me daban ganas de seguir, pero lo que no se daba cuenta él, era que ya estaba apunto llegar a su fin